jueves, 21 de febrero de 2013
0014
La
luz lo inundó todo, cuando la intensidad se relajó, HUUT se vio
envuelta en lo que parecía vapor de agua, una nube. La atravesó a
toda velocidad, y cuando lo hizo, un valle salpicado de arboledas con
aspecto perenne, y más lejos, majestuosas montañas horadaban la
superficie de un cielo como nunca ella había conocido. Era como en
un sueño, y eso era precisamente, un sueño. Decidió que ya era
suficiente, desconectaría el inyectable, de hecho lo estaba
intentando, pero le fue imposible. Pensó que aquello formaba parte
de la intervención. Era la peor emergencia que el satélite militar
hubiera experimentado, nunca en toda su historia, había sido
intervenida, no sólo la IA, sino todo lo que estuviera en línea con
ella. ¿Tan
mal va la guerra contra los parásitos?
Todo
será más fácil desde el suelo, pensó
sin mucha convicción. Unió los brazos al cuerpo y descendió en
picado. Hizo un elegante aterrizaje sobre una meseta natural, y
empezó a recopilar datos útiles: composición del aire, gravedad,
temperatura, etcétera. Ahora sí tenía lecturas de los sensores de
la armadura. Leyó esos datos mientras oteaba el horizonte: árboles
puntiagudos de un verde oscuro desafiaban la superficie del aire
(ahora sabía que lo que le rodeaba era aire). La hierba se erguía
fresca y saludable allá donde no hubiera un arbusto o una roca. El
horizonte estaba amurallado por una serie de cordilleras dentadas de
diferentes tamaños, coronadas por nubes ciclópeas que dejaban caer
algo blanco que no supo distinguir qué era. La lectura del traje le
decía que era agua, pero nunca había visto agua en ese estado. HUUT
se maravilló de la mente que fue capaz de programar un onigrama con
aquel detalle, la estabilidad de la escena no tenía parangón.Vio una bandada de seres voladores, pequeños, que
emitían sonidos agudos. Registró con la armadura uno de ellos:
armónicos senoidales, de entre cuatro mil y cinco mil hercios en las
frecuencias más audibles, según pudo ver en el análisis de
espectro. Aunque la composición del aire resultaba respirable
decidió no retraer el casco del traje, existían demasiados
microorganismos en él, algo que la maravilló aún más, pues era
extremadamente difícil haber diseñado un aire con un nivel de
meticulosidad tan extremo. Realmente no temía morir en un sueño de
características normales, en esos casos se pasaba al limbo onírico
y se cambiaba de sueño, pero aquello era especial, no sabía si la
intervención pretendía matarla desde el inyectable, la cual no era
una muerte física, sino que desembocaba en un coma indefinido.
Sucedió durante los primeros pasos de la tecnología del éxtasis.
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