jueves, 21 de febrero de 2013

0009

Azul se encontraba en la habitación, aquella habitación exquisitamente decorada al estilo de la República de Hollen: paredes cubiertas del negro pelaje de los duppos de las praderas; el mobiliario compuesto por conchas nacaradas de los moluscos gigantes de los mares septentrionales, sobre las conchas que hacían de mesa, licores fluorescentes contenidos por botellas de formas imposibles, en el centro de la sala, una cama aterciopelada era testigo presencial de la pasión desatada, el calor se podía cortar: dejó de lamer el clítoris de la joven que Azul tenía delante, la cual se debatía entre estertores sobre la cama con la postura de una parturienta, a cuatro patas soltó un gemido felino tras la última envestida sobre su trasero, proporcionada por el joven que la fornicaba con violencia por el ano. El sudor perlaba el cuerpo de los tres. El hombre, muy excitado y recto como una barra de acero, siguió embistiendo, más rápido, más fuerte. A Azul le saltaron lágrimas de placer y se hundió en la entrepierna de la chica. Súbitamente, tras el orgasmo de la joven que no dejaba de gemir, lanzó al hombre sobre la cama, cual muñeco, y lo montó. Sus poderosos senos bamboleaban al compás de sus nalgas con la cabalgata, embriagados por un superlativo mar de jadeos, una y otra vez, hasta el el joven comenzó a temblar, síntoma inequívoco de la eyaculación. En ese momento se abalanzó sobre su cuerpo y hundió su miembro hasta su garganta succionando el líquido del placer, lo feló después con ternura, dejando que algo del semen fluyera por la comisura de sus labios. Le dio un leve beso en el pene y se tumbó junto a él. La chica ya había desaparecido de la habitación, y a los pocos segundos, el muchacho se esfumó como la niebla cuando se alza el viento. Cuando se hubo relajado, la habitación también comenzó a desvanecerse, así como el semen de su boca y el sudor, dando lugar a una estancia blanca y vacía, una caja con el techo descubierto hacia los confines del onírico universo virtual. En el techo, un animal semejante a un gato gigantesco la miró, con la característica cara de impasibilidad de los felinos:
- Ahora ¿Escucharás a tu corazón? - dijo el animal sin moverse.
- Es posible, pero debo recordar lo que ha pasado – Azul ronroneó en celo.
- Creo que tienes trabajo pendiente, por la grieta pasó un niño.
- Por la grieta han pasado la sangre y el odio del almirante – se puso seria.
- ¿Ya sabes cual es su secreto?
- Su secreto es el amor, pero un amor que odia, no lo puede soportar, pero no tiene otro remedio, la ha visto varias veces. Tienen una habitación escondida dentro de ella – Azul disfrutaba con la naturaleza extraña del sueño virtual.
- Creía que era un hombre.
- Puede ser las dos cosas, de hecho lo son, y ninguna de ellas.
- Está viniendo, quiere conocer al niño que cruzó, aunque esperaba un monstruo – el felino gigante giró la cabeza, como para observar el infinito.
- ¿Eso lo has dicho tu o yo?
- Ambos somos la/el misma/o.
- Será mejor que nos preparemos, va a despertarnos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario