jueves, 21 de febrero de 2013

0007

- Concordias, doctora Cesio – saludó Hikka.
- Concordias, mi portavoz, almirante... - durante breves instantes se quedó mirando a Barrs, como esperando una respuesta. Este, con gesto contrariado, le borró la sonrisa del rostro con una mueca de desaprobación. Comenzamos con buen pie, una preboste independiente, asimilada e irritantemente maleducada en Tesla ¿En qué estará pensando el Consejo? Paciencia Mikael, paciencia.
- Mis disculpas, almirante, cuando una pasa tanto tiempo en el mundo virtual, se olvidan fácilmente los buenos modales – se excusó con acento de viajante galáctico.
- Les dejo solos – interrumpió Hikka – cuando terminen de... conocerse, irán a la estación BKO09, allí... recibirán nuevas instrucciones – y se fue sin esperar respuesta.
- Sí, mi portavoz – dijeron casi al unísono.
Se quedaron solos, Azul observaba a Mikael, lo hizo como si consiguiera parar el tiempo. Congeló la imagen que tenía delante, pero en realidad se trataba de otra cosa, sintió un escalofrío, fugaz, helado; bajo aquellos mares que la miraban intuyó la presencia de algo más. Era el tipo de entidad que guarecía una bestia enjaulada: en guardia, vigilando al horror, golpeándolo, venciéndolo, pero con el único resultado de su posterior alzamiento; más fuerte; más pavoroso. Recorrió todo el espectro de sus recuerdos, una ola de tristeza inundó cada rincón de su ser, sintió arrancarse la piel, quemarla, y luego comérsela entre lágrimas. Casi en el extremo de aquel abismo, muy oculto, tras capas y capas de razón, encontró un secreto inconfesable. Y yo que creía que no sería posible. Nunca conoció tanto miedo y tanto odio, como en los ojos de aquel hombre de titanio:
- Óptico – de la pared emergió una pequeña estantería, sobre ella, unas gafas oscuras, parecía que la pared fuera una cortina líquida.
- Y bien doctora Cesio, he sido informado de su incorporación a Tesla y he leído su expediente, y sí, leo; pero no hay nada sobre su investigación, debo entender que es alto secreto.
- Así es. E imagino que querrá saber de qué se trata – si la lectura de aquella mente le abrumó, no se notó en absoluto, la experiencia le enseñó cómo disimular las emociones.
- En efecto.
- De acuerdo, comencemos – Se giró, cerró los ojos y puso las manos sobre el banco flotante donde trabajaba. Una cascada virtualizada de datos apareció en el centro del laboratorio, cuando hubieron caído, se desplegaron los menús de la interfaz de la investigación, con el característico azul turquesa del modelo LOG v9.65. Azul se movía por la virtualización a la velocidad de la luz, comenzó a desplegar vídeos tridimensionales, con mejor definición que la propia realidad, que iban acompañadas de datos explicativos en lenguaje cromático, el cual, se percibía a través de programas telepáticos en los inyectables. Una forma de comunicación mucho más rápida que el uso de la voz o la escritura. Barrs, sabía leer cromático, pero estaba sudando tinta.
Los vídeos y los datos revelaban un estudio pormenorizado sobre la genética simbionte, además del desarrollo de una tecnología para evitar la Asimilación Simbiótica usando un filtro genético en los implantes. Barrs entendió el secreto de la investigación. Era una flagrante violación de los Dogmas Humanos, según el estudio se podrían realizar implantes simbiontes, tan populares en la zona Sínodo, pero evitando la mezcla genética que daba lugar a los híbridos posteriores. Lejos de buscar un punto débil en la especie simbionte, como imaginaba, lo que se postulaba era adaptarse a los asimiladores. Durante una fracción de segundo el almirante pensó en ejecutar a Azul allí mismo y destruir todo el trabajo, pero tenía órdenes, y el siempre cumplía sus órdenes. ¿Que querrá hacer el Consejo con esto?
- El Consejo quiere que se lleve la investigación dentro de Tesla, almirante, y no es el primero que intenta matarme por esto, de hecho, vienen más ahora, mire – proyectó Azul, pero el mensaje no fue trascrito al óptico, como era habitual, resonó en su mente. Barrs se humedeció los labios y tensó los músculos, el primer acto fue soñar despierto, como hacía cuando se escudaba de las actividades psíquicas. Decidió no pensar. Echó mano a su muslo derecho, donde tenía su pistola cinética, invisible al ojo humano. Azul se apartó a un lado con un giro felino, esquivó sin problemas el disparo.
- Eso no funciona conmigo, almirante, no se esfuerce, siento sus dos entidades, y lo único que consigue es producirme náuseas – aquello no fue lo que Barrs quería oír, fue por eso por lo que se relajó. Comprendió que hiciera lo que hiciera, aquella mujer lo sabría antes de enviarle a sus músculos la orden de movimiento.
Una virtualización mostraba dos individuos desnudos, los que fornicaban horas antes con la mujer en la zona de descanso.
- Su presencia aquí con la portavoz no ha pasado por alto. Ella está a salvo, muy lejos de aquí, es una suerte que sea tan lento leyendo, aunque fue una suerte innecesaria.
- Agentes del Sínodo. Así que es telépata, mas allá del inyectable... interesante ¿por qué no me ha avis...? - ¿...ado antes? Porque he sellado el laboratorio, no se preocupe, cuando intenten crear una puerta será su fin. ¿Cómo cree que he sobrevivido tanto tiempo? Ahora, deje de apuntarme, no soy su enemiga – A Barrs le irritaba de sobremanera que completaran sus frases. No obstante le gustó el talante sosegado de la doctora, aquella mujer era valiente y eficaz, cualidades indispensables para formar parte de Tesla, se esforzó en pensar aquello. Inexplicablemente, le caía mejor, pero seguía siendo impura, hereje, y para colmo, mutante. Enfundó el arma.
Vieron cómo los sicarios se aproximaban por el pasillo, uno de ellos posó la mano sobre la pared, cerró los ojos y se concentró. Décimas de segundo después, de la pared emergió una esfera blanca del tamaño de una cabeza humana. Antes de que los dos individuos pudieran reaccionar, la bola emitió un flash, la esfera y los dos individuos desaparecieron.

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