- Tesla, inicia protocolo
evasivo, mantener los cazas en giro constante, y carga los cañones
de vacío, objetivo: cruceros de retaguardia – dijo Barrs sin mirar
a nadie.
- La previsión es de
pérdidas del cuarenta y cinco punto trescientos veintitrés por
ciento, almirante, daño estimado enemigo ochenta y cuatro por
ciento. Iniciando – Resonó la femenina voz de la nave Tesla por
toda la estancia.
A unos quinientos
kilómetros de allí, cerca de la luna de MV 770, planeta deshabitado
que orbitaba la estrella S4356, acontecía la batalla, aunque más
bien era una masacre silenciosa. Los cazas de la CPH se arremolinaban
como avispas furiosas alrededor de las naves del Sínodo, veinte
cargueros custodiados por cinco cruceros de dos kilómetros de
fuselaje, dos en vanguardia y tres en retaguardia. Todos sus drones
defensivos estaban enzarzados en la batalla, los cuales, formaban una
serpiente de metal, que se enroscaba alrededor del destacamento,
disparando sus rayos de plasma eléctrico, y reduciendo a polvo cada
caza que se ponía a tiro. Los cañones de fuselaje de los cruceros
rendían a plena potencia, escupiendo proyectiles cinéticos de gran
calibre. Los cazas de la CPH atacaban y volvían a la formación
dejando tras de si estelas azul pálido. En pequeñas escaramuzas con
forma de flecha, reducían paulatinamente el nivel de escudo del
convoy Sínodo. La táctica evasiva era mucho más lenta en alcanzar
daños importantes, pero minimizaba las pérdidas.
Los escombros flotaban en
la inmensidad del espacio, desperdigándose como fuegos artificiales
a cámara lenta. A través de ellos, dos esferas gigantescas de pura
energía llegaron desde la posición de Tesla, al arribar al campo de
acción de los cruceros: implosionaron; produciendo sendos agujeros
negros que empezaron a engullirlo todo, inexorables, con una avidez
extrema: amigos, enemigos, restos, y corrientes lumínicas. Dos de
los cruceros fueron alcanzados de pleno provocando las respectivas oquedades
en lo que antes fuera el fuselaje, y tragándose el resto en un
remolino que los hacía parecer de arena. El tercero quedó atrapado
por la gravedad de los vórtices. La curvatura de la realidad
deformaba la luz, evitando que el plasma de los drones hiciera blanco
en los cazas no devorados por la vorágine gravitacional. Los
cargueros del Sínodo comenzaron la huida, virando en sentidos
opuestos sobre el eje longitudinal. Los cruceros de vanguardia
rompieron la formación para escoltar a los dos grupos de cargueros.
Van a separarse,
intentarán hacer dos pliegues distintos para huir, eso bajará los
escudos, necesitan energía para plegar, pensó Barrs, su plan
estaba funcionando.
- Tesla, escaneo completo
cuando bajen sus escudos, quiero saber qué transportan- si es que
transportan algo, ordenó sin parpadear. A través de su
ordenador óptico vio la devastación provocada por los cañones de
vacío. Observó cómo la gravedad de los vórtices hacía su
trabajo, saboreó el momento, le gustaba la guerra. Estudió
minuciosamente cada detalle, en su mente, ecuaciones sobre el coste
material de la lucha y sus compensaciones. Una presa demasiado
fácil, sólo una distracción para asegurarse de nuestra presencia.
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