jueves, 21 de febrero de 2013

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Las órdenes de Barrs eran sencillas: estado de vigilancia en la grieta de S4356, a su llegada se procederá a la retirada de los efectivos existentes, ningún artefacto y/o ente no corporativo debe entrar o salir. Las recibió en sus estancias personales, un mensaje protegido que le llegó directamente del Consejo Dogmático, cuando se encontraba en la grieta de DF9901, casi en el otro extremo de la galaxia, tan cerca y a la vez tan lejos. El dominio de las grietas significaba el control de la zona que las rodeaba: rutas comerciales, posibles planetas para colonizar, campos de asteroides para minería. Zonas estratégicas vitales para una hegemonía galáctica, la hegemonía de la CPH. Así pues, Tesla: el dodecaedro militar, se quedó orbitando S4356, junto a la grieta, acechando cual depredador, con sus superficies espejadas y el sistema de camuflaje activado, el mejor que la humanidad fabricó en toda su historia. Barrs auguraba resistencia, en aquel sector existían mundos que dependían del tráfico interestelar. Eso les convertía en el blanco de todas las hostilidades. Un peligro innecesario que debía asumir, porque el objetivo de aquel estrangulamiento era otro, como supo después con la conversación que mantuvo con el Consejo Dogmático a través de las sondas subespaciales:
- ¡Por los dogmas! Sin apoyo es una misión suicida – gritó Barrs a través del canal subespacial – como saben, los parásitos han entrado en la guerra, y las últimas generaciones ya pueden vernos – no tenía miedo, simplemente le parecía estúpido.
- Razón de más para que sea Tesla la que controle la grieta, más naves serían detectables, blancos fáciles... si Tesla está en medio de una contienda – dijo Luar Hikka, portavoz del Consejo, una mujer de facciones estiradas y ojos almendrados que se intuía tan delgada como el hilo de su voz – no sólo se pretende el control de la grieta, sino monitorizar la posible lucha, necesitamos esos datos – su voz era tan tenue como su expresividad. Barrs odiaba a aquella mujer.
- Exponen el mejor satélite de la flota corporativa por un simple experimento – se humedeció los labios y se ajustó el ordenador óptico con el dedo índice, hubo un leve silencio.- No se trata de un simple experimento, no podremos evaluar hasta qué punto están involucrados en el conflicto – se acercó más a la cámara – como tampoco podremos evaluar... cual es el verdadero alcance de su poder bélico, hasta que no nos expongamos a una reyerta.
- Diez millones de buenos seres humanos, puros, profesionales, mi tripulación...
- Sabe lo que sucederá... si no lo hace, conoce perfectamente la Asimilación, diez millones frente a trillones, no son nada – hizo una pausa y esbozó una sonrisa que parecía de piedra – además... confiamos plenamente en usted... almirante ¿supongo que no querrá exponerse... a una mancha en su inmaculado expediente? – Barrs no conoció tanta ira como en aquél momento.
- La Asimilación es para los herejes del Sínodo, esto es diferente – la musculatura del almirante se tensó - mi tripulación y yo somos prescindibles, eso no lo discuto, pero Tesla no, la Corporación no puede permitirse una pérdida semejante, estamos desarrollando...
- Estamos al tanto de sus investigaciones, almirante – le interrumpió Hikka - y ya tiene sus órdenes, no se exponga a cargos por insubordinación, usted es valioso, pero como ha dicho antes, prescindible.
El canal se cerró de inmediato, Barrs estrelló su ordenador óptico contra la pared, imbéciles, podrían usar cualquier nave como señuelo, a menos que …

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