jueves, 21 de febrero de 2013

0013

- ¿Preboste Cesio? En ochenta y siete segundos podrá moverse, la gravedad llegará en doscientos quince.
- De acuer... – fue la respuesta de Azul, pero no terminó de percibir el mensaje, porque en ese momento todo lo que sentía se nubló y mezcló. HUUT percibió esas formas que se vislumbran cuando, con lo ojos cerrados, se aprietan los globos oculares, el sonido se mezcló con algo parecido al ruido rosa, toda su piel comenzó a experimentar hormigueo, intenso y recalcitrante, los músculos del cuerpo se le durmieron. Cuando se estrelló con una pared en pleno vuelo a través del pasillo ni lo notó. Algo o alguien está interviniendo los inyectables, pensó al instante, estaba más familiarizada con ellos que con su propio cuerpo. Se halló suspendida sobre un mar de arena, de un color rojo intenso, con brillos submetálicos y superficie lisa, con una peculiar textura mate, y el cielo: naranja claro, sin nubes de ningún tipo, sin un astro visible que proporcionara la extraña luz que lo bañaba todo, y todo era el desierto. Continuó el vertiginoso descenso, o al menos eso notaba, aunque visualmente no percibiera cómo se aproximaba a aquella superficie. A pesar del traje de mantenimiento, oía el murmullo del “aire” contra el casco. HUUT era inteligente, pudo suponer que aquello formaba parte de la intervención a su ordenador, aunque lo extraño, fue que era incapaz de asociar aquello como un onígrama, sentía que era real. El hormigueo desapareció paulatinamente, podía moverse, notaba la resistencia de la atmósfera sobre el traje, caía, ahora estaba segura. Pero no sintió temor por la caída, eso no le importaba, su extrema racionalidad le pedía una respuesta empírica sobre los hechos. Lo que le preocupaba era lo que estaría pasando al otro lado de la consciencia, o lo que ella recordaba como la realidad. Muchas preguntas la asaltaron en aquel momento, casi todas las respuestas tenían como denominador común el desastre. Intentó conectar los propulsores de la armadura, no recordaba cuándo los había desconectado, éstos se pusieron en marcha. Por poco real que fuera aquello, era de sentido común estabilizarse aunque sólo fuera por comodidad. Logró sostenerse en vertical, la sacudida por la desaceleración le provocó un pequeño mareo, pero lo soportó con experto estoicismo, seguía cayendo, pero de una forma controlada. Como suponía, ninguna de las lecturas de los sensores del traje le reveló nada sobre aquel lugar, ni tan siquiera a la altura a la que se encontraba con respecto al supuesto suelo, lo que le confirmó su naturaleza virtual.

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