-
¿Preboste Cesio? En ochenta y siete segundos podrá moverse, la
gravedad llegará en doscientos quince.
-
De
acuer... – fue
la respuesta de Azul, pero no terminó de percibir el mensaje, porque
en ese momento todo lo que sentía se nubló y mezcló. HUUT percibió
esas formas que se vislumbran cuando, con lo ojos cerrados, se
aprietan los globos oculares, el sonido se mezcló con algo parecido
al ruido rosa, toda su piel comenzó a experimentar hormigueo,
intenso y recalcitrante, los músculos del cuerpo se le durmieron.
Cuando se estrelló con una pared en pleno vuelo a través del
pasillo ni lo notó. Algo
o alguien está interviniendo los inyectables,
pensó al instante, estaba más familiarizada con ellos que con su
propio cuerpo. Se halló suspendida sobre un mar de arena, de un
color rojo intenso, con brillos submetálicos y superficie lisa, con
una peculiar textura mate, y el cielo: naranja claro, sin nubes de
ningún tipo, sin un astro visible que proporcionara la extraña luz
que lo bañaba todo, y todo era el desierto. Continuó el vertiginoso
descenso, o al menos eso notaba, aunque visualmente no percibiera
cómo se aproximaba a aquella superficie. A pesar del traje de
mantenimiento, oía el murmullo del “aire” contra el casco. HUUT
era inteligente, pudo suponer que aquello formaba parte de la
intervención a su ordenador, aunque lo extraño, fue que era incapaz
de asociar aquello como un onígrama, sentía que era real. El
hormigueo desapareció paulatinamente, podía moverse, notaba la
resistencia de la atmósfera sobre el traje, caía, ahora estaba
segura. Pero no sintió temor por la caída, eso no le importaba, su
extrema racionalidad le pedía una respuesta empírica sobre los
hechos. Lo que le preocupaba era lo que estaría pasando al otro lado
de la consciencia, o lo que ella recordaba como la realidad. Muchas
preguntas la asaltaron en aquel momento, casi todas las respuestas
tenían como denominador común el desastre. Intentó conectar los
propulsores de la armadura, no recordaba cuándo los había
desconectado, éstos se pusieron en marcha. Por poco real que fuera
aquello, era de sentido común estabilizarse aunque sólo fuera por
comodidad. Logró sostenerse en vertical, la sacudida por la
desaceleración le provocó un pequeño mareo, pero lo soportó con
experto estoicismo, seguía cayendo, pero de una forma controlada.
Como suponía, ninguna de las lecturas de los sensores del traje le
reveló nada sobre aquel lugar, ni tan siquiera a la altura a la que
se encontraba con respecto al supuesto suelo, lo que le confirmó su
naturaleza virtual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario